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laboratorio de espectadores

Reflexiones y Balidos es un foro de opinión, intercambio y acción. Un colectivo democrático, dinámico, abierto a nuevas propuestas y sugerencias. Nuestro objetivo principal es dar voz al espectador, fomentando su espirítu crítico, ante las diferentes manifestaciones artísticas y culturales que tienen lugar en Valencia y fuera de ella.








domingo, 14 de febrero de 2010

Al público se le puede enseñar: conste que digo público, no pueblo...

Anoche vi magia, imaginación, imaginario, belleza, decadencia, música, danza, amor, dolor, denuncia, humor, vodevil, comedia bufa, absurdo, caos, desesperación, drama, comedia, dentro de una carpa y con luz a ritmo de manivela y el olor que activa la memoria...
Siguiendo con la reflexión espectador-espectáculo, habla Lorca:
(...) Yo no hablo esta noche como autor ni como poeta, ni como estudiante sencillo del rico panorama de la vida del hombre, sino como ardiente apasionado del teatro. El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado. Donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera.
El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre.
Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido, histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama "matar el tiempo". No me refiero a nadie ni quiero herir a nadie; no hablo de la realidad viva, sino del problema planteado sin solución.
Yo oigo todos los días, queridos amigos, hablar de la crisis del teatro, y siempre pienso que el mal no está delante de nuestros ojos, sino en lo más oscuro de su esencia; no es un mal de flor actual, o sea de obra, sino de profunda raíz, que es, en suma, un mal de organización. Mientras que actores y autores estén en manos de empresas absolutamente comerciales, libres y sin control literario ni estatal de ninguna especie, empresas ayunas de todo criterio y sin garantía de ninguna clase, actores, autores y el teatro entero se hundirá cada día más, sin salvación posible.
El delicioso teatro ligero de revistas, vodevil y comedia bufa, géneros de los que soy aficionado espectador, podría defenderse y aun salvarse; pero el teatro en verso, el género histórico y la llamada zarzuela hispánica sufrirán cada día más reveses, porque son géneros que exigen mucho y donde caben las innovaciones verdaderas, y no hay autoridad ni espíritu de sacrificio para imponerlas a un público al que hay que domar con altura y contradecirlo y atacarlo en muchas ocasiones. El teatro se debe imponer al público y no el público al teatro. Para eso, autores y actores deben revestirse, a costa de sangre, de gran autoridad, porque el público de teatro es como los niños en las escuelas: adora al maestro grave y austero que exige y hace justicia, y llena de crueles agujas las sillas donde se sientan los maestros tímidos y adulones, que ni enseñan ni dejan enseñar
Al público se le puede enseñar, conste que digo público, no pueblo; se le puede enseñar, porque yo he visto patear a Debussy y a Ravel hace años, y he asistido después a las clamorosas ovaciones que un público popular hacía a las obras antes rechazadas. Estos autores fueron impuestos por un alto criterio de autoridad superior al del público corriente, como Wedekind en Alemania y Pirandello en Italia, y tantos otros.
Hay necesidad de hacer esto para bien del teatro y para gloria y jerarquía de los intérpretes. Hay que mantener actitudes dignas, en la seguridad de que serán recompensadas con creces. Lo contrario es temblar de miedo detrás de las bambalinas y matar las fantasías, la imaginación y la gracia del teatro, que es siempre, siempre, un arte, y será siempre un arte excelso, aunque haya habido una época en que se llamaba arte a todo lo que nos gustaba, para rebajar la atmósfera, para destruir la poesía y hacer de la escena un puerto de arrebatacapas.
Arte por encima de todo. Arte nobilísimo. Y vosotros, queridos actores, artistas por encima de todo. Artistas de pies a cabeza, puesto que por amor y vocación habéis subido al mundo fingido y doloroso de las tablas. Artistas por ocupación y preocupación. Desde el teatro más modesto al más encumbrado se debe escribir la palabra "Arte" en salas y camerinos, porque si no vamos a tener que poner la palabra "Comercio" o alguna otra que no me atrevo a decir. Y jerarquía, disciplina y sacrificio y amor.
Federico García Lorca
conferencias sobre teatro

5 comentarios:

virginia dijo...

Lo que vimos el otro día en Viveros a mí también me emocionó... esta comunidad de nómadas teatrales que son los Forman Brothers trasladan su particular atmósfera creativa hasta espacios escénicos no convencionales, como es el caso de Viveros, para provocar en el público una vivencia única, en un lugar y tiempo indeterminados, o al menos es así como yo lo viví. Quizás esta forma itinerante de representación escénica y tu enlace al texto de Lorca me hayan recordado a los tiempos de la Barraca, aquella compañía estatal de teatro universitario creada a instancias del Ministerio de Cultura de la II República española, cuya dirección fue encargada a Federico García Lorca y Eduardo Ugarte. El proyecto contaba con amplios recursos para producir, dirigir y adaptar algunas obras teatrales representativas del teatro clásico español, con el objetivo de presentar, en zonas rurales y de muy baja actividad cultural, interpretaciones modernas de dichos clásicos del teatro español.
La importancia de este proyecto, a mi modo de ver, es que estaba enmarcado en otro de mayor envergadura, el de las Misiones Pedagógicas,impulsado por el gobierno republicano debido a la mala situación educativa de España en comparación con otros países europeos,y a la alta tasa de analfabetismo, localizada principalmente en el ámbito rural.Su objetivo era el de «difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural».Evidentemente, aquellos eran otros tiempos enmarcados en un contexto histórico diferente al de hoy, pero lo que si es verdad
es que se echa en falta algún tipo de iniciativa que impulse y fomente el interés y el respeto que merece la cultura en la sociedad actual.Y quién dice cultura dice educación, echa unos zorros y reflejo de los valores que fomenta esa sociedad, valores que entran en conflicto con los que los que la escuela trata de trasmitir a sus alumnos y futuros ciudadanos. Y es que la cuestión no es otra que la de la educación, y ésta ha de fomentar una ciudadanía activa y con criterio propio, ya sea a través de las enseñanzas en el aula, en el seno de la familia, a través de los medios o el teatro...

Pedro M dijo...

"Mientras que actores y autores estén en manos de empresas absolutamente comerciales, libres y sin control literario ni estatal de ninguna especie, empresas ayunas de todo criterio y sin garantía de ninguna clase, actores, autores y el teatro entero se hundirá cada día más, sin salvación posible."

Ay! Si San Federico levantara la cabeza y contemplase a qué nos ha llevado el control estatal...

Como diría Groucho, partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria.

Jesús Ge dijo...

Actualmente se da un alto índice de analfabetismo cultural semejante al que intentó sofocar la II República con sus Misiones Pedagógicas. Pero, ¿dónde están nuestras Misiones Artísticas y Culturales? ¿Por qué nos empeñamos en seguir haciendo Teatro para "entendidos" y ya-concienciados?
El Teatro ha de salir a la calle -y no me refiero al espacio- sino al encuentro del espectador "analfabeto", al ciudadano de a pie, el anónimo.

Anónimo dijo...

Pero para eso hay que ser bueno, o se corre el riesgo de convertir un espectáculo en una telenovela teatral, con gags baratos y caer en un panfletismo facilón, que es lo que ocurre en muchos casos no sólo en las artes escénicas, a través de ellas y con apoyo exterior, es decir con calidad en los medios como la literatura, etc, y el bucle entre espectáculo y público, autor y lector, es donde está la cuestión, reeducarnos como público a través de opciones lamentables lo veo dificil, el discurso marxista de sacar espectáculo a la calle no significa caer en esta vanalización del arte, o pensamos que Federico escribió bajando el "listón", una excusa para que el que cree ser creador lo tenga muy facil...a pesar de no tener talento.

Sergio Marín

Virginia dijo...

Sacar el teatro a la calle no significa vanalización del arte, efectivamente. Creo que es necesario crear una "cultura del teatro" y "del libro", etc..., fomentada desde la escuela y los medios de comunicación, fundamentalmente.
Y qué me decís de la creación de Escuelas de Espectadores? En Argentina existe desde 2001 la Escuela de Espectadores de Buenos Aires (EEBA),surgida a raíz de la avidez de teatro de los bonaerenses.Está claro que ésta no es la principal característica del público valenciano, pero... ¿podría ser una fórmula interesante para educar al espectador, hacerlo crecer, ser crítico, y por tanto exigir?

Sin espectadores no hay teatro:

http://www.artezblai.com/artez/artez144/iritzia/dubatti.htm