-Lindo perro mío, buen perro, chucho querido, acércate y ven a respirar un excelente perfume, comprado en la mejor perfumería de la ciudad. Y el perro, meneando la cola, signo, según creo, que en esos mezquinos seres corresponde a la risa y a la sonrisa, se acerca y pone curioso la húmeda nariz en el frasco destapado; luego, echándose atrás con súbito temor, me ladra, como si me reconviniera. -¡Ah miserable can! Si te hubiera ofrecido un montón de excrementos los hubieras husmeado con delicia, devorándolos tal vez. Así tú, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público, a quien nunca se ha de ofrecer perfumes delicados que le exasperen, sino basura cuidadosamente elegida.
Sergio
1 comentario:
Es demasiado largo para incluirlo en "comentarios", pero viene muy a cuento el artículo "El silencio en el capitalismo cultural" de MANUEL FERNÁNDEZ-CUESTA (director-editor de Ediciones Península-Grup 62), que apareció ayer, 28/12, en El País. Lo de "el can y la mierda" es una imagen mucho más potente, y rápida, pero el artículo no tiene desperdicio. Termina con ......
.... Edward Said se preguntaba, qué rumbo tomaría una sociedad que hubiera perdido el sentido crítico. Ahora lo intuimos.
Este es el enlace al artículo completo:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/silencio/capitalismo/cultural/elpepuopi/20091228elpepiopi_4/Tes
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